Con el tiempo aprendes, la sutil diferencia entre
tomar una mano y
encandenar un alma. Aprendes que amar no es apoyarse en alguien y
compañia no siempre significa seguridad. Y empiezas a aprender que los
besos no son contratos ni los regalos promesas, y empiezas a aceptar tus derrotas con la frente alta y la mirada al frente con la gracia de una mujer, no con el
dolor de una criatura.
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